sábado, 24 de septiembre de 2011

Un pájaro durante la comida

Hace un par de días. Un regalo de mediodía soleado. Llegamos al lugar y vemos el aroma a antiguo de la masía en la que más de uno quisiéramos pasar la noche. Caminamos hacia abajo y vemos cómo transcurre lindando un arroyo atravesado por un puente y ante el que todavía hay unas tumbonas para los hospedados que quieran tomar el sol con el rumor del riachuelo. Luego vamos a lo nuestro: pedimos mesa para comer, en la terraza. Los platos no llenan y son una delicia. El momento mágico llega cuando, en medio de la comida, un pajarillo se posa en una mesa contigua vacía. Lo observamos felices. Luego reemprende el vuelo. El agradecido sol del naciente otoño nos ha dado la energía de la luz al aire libre mientras comemos entre el rumor de comensales felices.

Hoy llueve, poco, pero ya tenemos con nosotros esa humedad otoñal, el frescor, el cielo encapotado. Los últimos días han sido de comidas caseras.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Remando por el tiempo

El verano se resiste a irse, las caras perdidas durante las vacaciones han sido recuperadas para la vista o el oído. La recuperación de los rituales habituales se va convirtiendo en algo cuya novedad se difumina y pasa ya desapercibida. Los ánimos son volubles: ahora toca la calma, el optimismo; luego, la apatía y el desánimo. El fin de semana pasado vi con gran expectación la última película del gran director manchego, Almodóvar me desinfló pero conservaba genialidades estéticas muy gratas de ver. Los noticiarios tan pronto nos hablan del fin de la guerra en Libia como de la agudización de esta eterna crisis. Y vamos remando por el tiempo.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Camus

Tranquila sobremesa de sábado,
Hace unos posts, cuando aún estaba de vacaciones, hablé de mis lecturas para el verano. Hubo una escrita por un autor novel, con los fallos lógicos del aprendiz, policíaca. Me gustó por su intención dados los medios, pero en conjunto hay que reconocer que a cualquier otro le podría parecer una novela flojilla. Se titulaba La Sonrisa del Vencido.

Luego, leí una pieza teatral breve con mucho mérito pero aún descompensada entre un acto y el otro. Me la pasó una amistad.

Finalmente, estoy acabando El Primer Hombre, novela inconclusa de Albert Camus. Al tratarse de una novela inconclusa, hay saltos y elipsis incoherentes que pueden hacer que la lectura se resienta, pero si tienes paciencia y vas un poco más allá, descubres la infancia del autor en Argelia, referencias históricas a guerras que dejaron muertes entre los familiares de éste y aquél; el (relativo) encanto de la pobreza con sus aprietos y el cumplimiento del ritual de la felicidad a través de aficiones sencillas, te permite entrar en la intimidad de su familia... y todo ello hace que el lector, al menos quien esto escribe, se sienta enriquecido en sensibilidad, el descubrimiento de la experiencia ajena y la prosa rebosante de humanidad.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vuelta a casa

Vuelta a casa. Comienza el mes de septiembre retomando lazos y con inquietud. Los nuevos proyectos irán tomando forma estos días y uno siente algo de ansiedad. Vuelves a la dieta equilibrada aunque poco suculenta que te preparas tú mismo. Es tiempo de incógnitas, ganas de emprender el curso con iniciativa. Uno está expectante. Ya han quedado atrás los mosquitos, el monte verde, las iglesias y parques naturales a visitar. Y el entorno vuelve a ser el de antes. El prójimo te da noticias inesperadas y todos nos ponemos al día. Así pues, se acabaron las vacaciones. Que no estuvieron nada mal.