sábado, 25 de febrero de 2012

Relaciones humanas

A uno le anima que, a medida que pasa el tiempo, le vayan leyendo más personas en el rinconcito que es este blog. Gracias a todos. Entrando en harina, quisiera hoy hablar sobre las relaciones humanas. Llegada una edad, un estadio de la vida, se van desvaneciendo las franjas de edad entre amistades y amores. Entiende uno, o empieza a hacerlo, males menores y mayores de una forma realista. Sufrimimientos o enfermedades, propias o ajenas, se hacen familiares y uno aprende a dar apoyo y a buscarlo. Con alguien puede que tan solo te comuniques de forma esporádica, pero son contactos enriquecedores, siquiera sea un sms o un mail. Con otra persona vas ligando una íntima y cómplice amistad. En otras personas simplemente descubres que hay puntos de vista y perfiles muy interesantes en la vida que no habías conocido antes. El trabajo no pinta bien para todo el mundo, la salud es variable. La gente trata estos temas como tabús que mantienen en secreto o habla sobre ello. Parece que nuestro nuevo presi Marianico Rajoy se ha puesto serio, a ver si dura y a ver si acierta; de momento le están respaldando internacionalmente. Yo, al margen de esta primeriza capacidad que parece mostrar, le reconozco la pesadez, porque hay que ser pesado, de presentarse tres veces a las elecciones. Y eso es todo por esta semana, amigos y amigas, una semana en la que quiero invitar al optimismo, a veces tan resbaladizo, y a la búsqueda de la realización personal. Deberíamos intentar cumplir el ciclo de la vida de la manera más agradable que se nos pueda presentar.

sábado, 18 de febrero de 2012

Un detalle


Mi abuela solía cocinar patatas al horno con alioli (disculpen, no sé muy bien cómo se escribe) para mi abuelo y para mí en comidas especiales para tres. Es un plato barato, llena y teníamos una sensación de manjar que daba gusto. Ahora mi abuelo está ya muy desmejorado, mayor y debilucho. Pero por aquí anda hoy, precisamente. Y mi mail, hoy precisamente, va a lo pobre: sin internet en casa, he salido a un banco de la calle, con un solecito que da gusto, eso sí, y he encontrado señal.
Hace años, viví de cerca, sin mucha conciencia pero muy impactado, la enfermedad y pérdida de mi padre. Hoy, veo cómo mi abuelo va encogiéndose día a día. Se le ve en la cara, en las fuerzas, en el ánimo, en el habla y el pensamiento. Ya comenté algo sobre él en otra entrada. Y uno toma conciencia de la decrepitud y el inevitable final sin demasiado dramatismo, quizá porque ya es más maduro, está un poco más curtido, y porque no se trata de una persona joven con toda una vida por delante, sino de alguien que anuncia en su edad que el camino de la vida se va agotando. Parece que la enfermedad le ha vuelto más bonachón, aunque manda de vez en cuando. En fin, siempre he tenido más afinidad hacia mi abuela, a quien quiero mucho, pero hoy quería acorcarme de él.

sábado, 11 de febrero de 2012

Espuma y demás

Hoy me he puesto cocinero. Las patatas se han ido haciendo mientras me duchaba. El resto del primer plato, sencillo pero con cariño, estaba listo. Cómo no, en el almuerzo no ha faltado el vino. Ayer me puse a fregar con Mistol. Yo estaba acostumbrado a los dos tapones de fregasuelos, pero mi pasión desmedida por este nuevo procedimiento me ha llevado a llenar el cubo de espuma, vaciarlo dos veces y, aun así dejar el suelo chorreando con jabón, histérico porque era mejor no pisar sobre mojado y aplicarse de nuevo cuando la marea espumosa hubiera bajado. Finalmente, el jabón desapareció del suelo. Como guinda, o guindilla, que no sé yo, hace un par de días bajé rápidamente las escaleras como tantas veces y me dí un golpe contra el murillo elevado que siempre ha habido allí que todavía tiene la gentileza de dejarme un recuerdo cada vez que me miro la calva en el espejo. Estaba bien de peso, pero la báscula me ha hecho convertirme en un ser obsesivo-compulsivo esta mañana al pesarme, pesarme demasiado pesado... y me he subido, bajado, subido... hasta que la he enviado a freír puñetas y me he duchado. Lado amable: he visto un capítulo de los Soprano: ¿Ya era hora, no?

viernes, 3 de febrero de 2012

Aire de vacío

Parece que todos los fenómenos del invierno han venido a nosotros estos días: lluvia, frío, nieve, hielo... La imagen de ayer nevando fue bonita, quizá por novedosa, y quizá porque no llegó a alterarme los planes hasta el punto de cobrar un gesto serio. Escucho de fondo una guitarra flamenca mezclada con voces procedente de la tele, mi gran olvidada. Hablaba la semana pasada de los proyectos de lectura, hoy comento,mientras vuelve a sonar la guitarra española desde la tele, una lectura que estoy concluyendo y me está dejando muy buen sabor de boca. No estaba acostumbrado... me parece que una de las voces de la tele con su guitarrita es la de Fernando Trueba... Decía que no estaba acostumbrado, quizá no había tenido esa experiencia en mi vida, a leer novelas de suspense, y mira que hay un montón de películas de suspense maravillosas y que me han encantado. Pues, con cierto aire de vacío que deja la despedida próxima, estoy apurando A Pleno Sol, de Patricia Highsmith. Es una forma diferente de escribir a la que ofrece la narrativa más propiamente de autor, que a veces exige un esfuerzo extra por parte del lector para implicarse. Ella no, nos lleva en volandas por una aventura que no nos deja adivinar qué hará el protagonista, con el que nos permite pegarnos la vida padre con el peligro en la esquina. Entre palacios, playas, góndolas y la sangre del crimen.