jueves, 25 de julio de 2013

Grato y asequible

Una niña sale a la calle en Arabia Saudí. Camina, corre, el viento y sus movimientos le agitan el velo, despreocupada, feliz. La pantalla no desprende grandes efectos especiales: imágenes de un portal, escenas en un colegio, una tienda, algo de la ciudad, poco más.

El mensaje de la película es un llamamiento a la libertad de la mujer, no muy rimbombante: el derecho a tener inquietudes, quizá un poco picarona, de hecho graciosamente picarona. Quiere tener una bici para echar una carrera a su amigo. Su título, La Bicicleta Verde.

Cuando dejas pasar un tiempo desde el estreno de las películas, queda un poso que son los pequeños cines de culto que con sus salas modestas nos proyectan las películas que ya no tienen tanto bombo a precios amables. En tiempos de crisis se agradece saber que la cultura, algo que enriquece tanto, no tiene por qué ser cara. Sin embargo a uno le queda el vacío de no poder ir al teatro o a un espectáculo de danza con más asiduidad: los precios suelen ser prohibitivos. Cultura de lujo, cultura universal. Un buen libro cuesta poco, la música, según,  también. La vida pasea por la calle y sus ojos ven vestidos y actitudes: el estímulo a la imaginación es grande y la humanidad se convierte en un acervo cultural de lo más natural que luego empalmará con esas obras de arte que nos hablan sobre la vida.

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