jueves, 18 de julio de 2013

La belleza

Supongo que de aquello de que la belleza está en el interior uno se da cuenta si madura un poco. A nadie se le escapa que hay un culto a la belleza física, que incluso se confunde con la virtud intelectual, que llega a convertirse en un mito cegador.

Sin embargo es cierto que un hombre rollizo, una albóndiga de hombre, puede pasarse la tarde jugando tan feliz en la playa con toda la panda de hijos y sobrinos, dar felicidad con sus comentarios a los acompañantes adultos, quizá por cierto carisma, y todo ello habiendo resultado bastante decepcionante a primera vista.

Una mujer puede tener la cara atravesada por una cicatriz derivada de qué sé yo qué accidente, o estar coja, incluso haber perdido una pierna, y ser completamente virtuosa (Qué evidente, ¿verdad?). Sin embargo, cuando nuestra mirada cruza su anatomía con la de otra mujer algo más despampanante no es extraño que la mirada se nos vaya y la imaginación se convierta en virtud. No nos engañaremos diciendo que la belleza física no es hermosa, pero recuerdo aquellos cuadros de Lucien Freud en que los cuerpos salen tal y como son en realidad, sin disfraces o sacrificios excesivos.

Todo esto viene a cuento en fin para decir, una vez más, que la belleza es todo un atributo físico, pero que con su naturalidad se encuentra especialmente en el interior.

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