El zulo.
Habitaciones compartidas, el pequeño mundo del adolescente, la vivienda mínima
de un adulto. En ese reducto, la mente gira y gira, como le giraba al célebre
protagonista de Crimen y Castigo, la universal novela de Fiodor Dostoievski.
Aquel personaje, en su miseria, se vio abocado al crimen, y en su pequeño
reducto doméstico hizo que el hilo de la noria girara y girara en su mente
hasta el desenlace final. Lo cierto es que, bien pensado, aquel personaje ansió
lo que por sus medios no podía alcanzar. Le pudo la debilidad ante la avaricia.
Y sin embargo, sorprende ver a personas con escasos recursos que hacen de su
vida virtud. Quizá pinten en una habitación de un piso compartido, o lean
libros de la biblioteca junto a la ventana de la pequeña cocina acompañadas de
un café con toda su cafeína. Se darán duchas rápidas o tendrán un abono para la
piscina. Quizá se acerquen el fin de semana a primera hora a la cala para
disfrutar de la pleamar en soledad y ver el amanecer; quizá lo hagan ya de
noche. Vivirán, y al final nadie les podrá decir que han recorrido el camino
del fracaso, las ilusiones frustradas o la infelicidad. Porque han hecho de la
inteligencia virtud logrando que el sueño se palpite en el terreno del día y en
el aura de la noche.
Un lugar donde expresar libremente las reflexiones más variopintas, desde la plácida mañana a una dosis de buena literatura.
jueves, 27 de marzo de 2014
jueves, 20 de marzo de 2014
Los adalides de las emociones
La gestión
de las emociones es un arte que puede repercutir en la vida diaria, común, de
cada cual. Si nos tiramos los trastos a la cabeza, mala cosa. En cambio, ese
esforzarse por conocer al otro, leer sus emociones hasta ir conociendo más y
más profundamente su personalidad, no hacen que nos deslumbremos ante un gran
descubrimiento, pero sí que ahondemos en la serenidad del sentido de la vida.
La
moderación, sin embargo, no siempre es suficiente. Sería utópico
pensar que la gran felicidad llega siempre, o que esta lo hace siempre al lado
de un remanso. La moderación, esa tendencia a la comprensión, debe saber decir
no, y la felicidad llega también con el frenesí o la aventura.
La calma es
bastante asimilable a la paz. Al menos, sin paz no hay calma. La moderación,
por tanto, es más propia de los países dotados de un equilibrio político en una
sociedad desarrollada. Sin embargo, uno cae en la duda de quién provoca realmente
la gangrenación de la incertidumbre, la ira y la violencia: pueden nacer en una
mente autócrata asentada en pistas de pádel en el desierto, pero son mantenidas
con el asentimiento de los adalides de la moderación y la serenidad que, desde
su más aventajada posición, lo que están haciendo es gestionar las emociones
del débil para que, en su temblor o temor, permita la calma y el disfrute de la
vida en el fuerte.
jueves, 13 de marzo de 2014
Viaje
Motocicletas
de gran cilindrada, ambulancias, coches de policía. En el exterior, más allá de
las paredes que forman su vida doméstica. Y, sin embargo, ¿qué es esta?
Disputas, heridas emocionales que amenazan con llegar al desafío físico ¿Y qué
genera? Intranquilidad, desasosiego. La incapacidad para caminar por la calle
con paso firme, incertidumbre sobre sus propios proyectos ¿los hay? ¿no se han
resquebrajado ya?
Sin
horizonte, el caminante camina conducido por una inercia que lo va liberando de
lastres: suelta el petate, sus suelas se desgastan, los pantalones van quedando
raídos, con algún agujero. Hace alguna chapuza aquí y allá para poder comer,
beberse una cerveza fresca y no dormir al raso. Y, a medida que se aleja, va descubriendo
que no hay trasiego apenas: atravesando el bosque, olvida las motocicletas,
ambulancias y coches de policía. Se sienta junto a un remanso de agua, saca su
bocadillo y llena la cantimplora de agua fresca que bebe con gusto. Tras la
comida, se apoya sobre un tronco acolchado por su abrigo, tranquilo, sosegado.
Duerme profundamente y nadie le despierta de la paz de sus sueños, que es tan bella
como la sencillez que encuentra al despertar.
jueves, 6 de marzo de 2014
Ingenio
Existen en nuestro tiempo historias que nos templan la percepción cruda, directa y salvaje de la realidad en las películas que vemos en el cine o la televisión, de mayor o menor calidad, dándonos, con ello, una mayor o menor distorsión en nuestra percepción de la realidad de la que a veces huimos con ellas y, a veces, tratamos de comprender. Entre las historias que desde tiempos remotos cumplen esta función en las sociedades, imperaron primero las narraciones orales, las pinturas rupestres…
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