jueves, 24 de septiembre de 2015

Una figura luminosa


Un día encantador, en que el sol resplandecía y los pájaros gorjeaban contoneándose sobre ramas verdosas en árboles floridos, descansaba con el rostro felizueño de quien se sabe en un momento especialmente grato, quizá esas épocas de virtud que atraviesa uno tras haber discernido cómo funciona el entramado de su vida, ese laberinto que fue y ahora se convierte en sendero luminoso. De repente, se levantó sobresaltado: un golpe de conciencia le azotaba hacia la vida activa después del contemplativo descanso. Oteó el horizonte, miró a lo alto de una pequeña prominencia en el parque, donde jugaban unos niños con el balón e imaginó sus cuerpos llenos de barro. Volvió su mirada sobre los zapatos que vestía, descubriendo un cordón flojo que anudó nuevamente y se puso en pie. Ensanchó la caja torácica con un buen ejercicio de respiración y pensó en ponerle nombre a una rosa que, por azares, destacaba a su vista en el rosal que bordeaba el puente sobre el arroyuelo. Caminaba por el puente ya, con la vista cada vez más nítida sobre aquella colorida flora, y se preguntaba cuál sería el nombre de la rosa. De repente, le dio un pálpito y, pese a tener los ojos bien abiertos, se apareció ante su vista la imagen viva de una figura luminosa. Delirio o iluminación, quiso pensar lo segundo. Únicamente se podían discernir sus cabellos plateados, el resto era tan sólo una silueta animada llena de luz. Aquellas hermosas formas le susurraron el amor perpetuo y, por primera vez, supo el nombre de la rosa, que se le reaparecería ya, para siempre, en los momentos más inesperados de la vida.

martes, 8 de septiembre de 2015

Confluencia de sentido


Vida acelerada, mirada ansiosa;
preocupación y duda que siguen la brújula
de una vieja y sólida certeza.

Con la música mi pensamiento fluye hacia ti.
Pausada, ponderada, experimentada sin duda,
en la senda de la claridad
con un afianzamiento progresivo;
estilizada pincelada del género femenino.

Las primeras semillas brotan
de las tempranas lluvias de un inicio,
en una dichosa confluencia de sentido
con otra mente y otro cuerpo.