sábado, 17 de septiembre de 2016

El ayer


Sentados ante una mesa del Café Oriental, ella me decía, con la mirada húmeda, que el ayer no tenía nada para mí. Y, sin embargo, el ayer… llamaba a mi puerta. Me giraba hacia atrás y lo veía allí, en forma de una mujer veinte años más joven, dos noches y ya, parecía, una cuerda firme que nos unía.

Por qué entró en el local con aquel desparpajo, sabiendo que desafiaba el castillo de mi pasado, la construcción de una vida más pretérita que un ayer que venía para convertirse en futuro, lo intuí en el corazón marchito de Anaís y sus lágrimas, y se me reveló finalmente al darme la vuelta y ver directamente sus ojos, aquella actitud de decidida espera, determinada y determinante: Juliette. Dejé atrás el castillo que construyó mi vida y me fui con la pluma que venía para escribir sobre mi cuerpo los episodios del futuro.